12 feb 2019

Under the sea



Gwen se encontraba sentada en el extremo del pantalan con los pies sumergidos en el agua y la vista clavada en un libro que aparentemente tendría ya sus años, cualquier persona se hubiera escandalizado al ver semejante y presuntamente valioso volumen al aire libre junto al mar donde la sal podría dañarlo fácilmente. Pero la bruja del mar tenia todos sus libros y pergaminos bien protegidos con hechizos de todo menos el paso del tiempo. Quizás en ese volumen encontraría el hechizo que llevaba días buscando, no por nada era originario de Dinamarca.

-¿Algo interesante?-pregunto una voz sacándola de sus pensamientos.

Gwen levanto la mirada de las paginas y la llevo al agua donde había alguien mirándola sonriente y juguetón. Acercándose a ella cuando dejo el libro atrás y saludándola restregándose contra sus piernas como si fuera un gato.

-Yo también me alegro de verte, Dick.-murmuro la bruja controlando un sonrojo.

-No me vas a responder.-murmuro el sireno levantando sus ojos azul profundo hacia ella.-¿Que tenia ese libro que te tenia absorbida?

-Buscaba… opciones.-desvelo consiguiendo que Dick abriera los ojos sorprendido al comprender.

-No son solo hechizos para poder respirar bajo el agua, ¿verdad?

-Debe de haber alguna manera sin que nos dañe a ninguno y sin condiciones.-decía mientras se sacaba el vestido playero que llevaba.-Y a ser posible que permita volver a la forma original.

Y sin mas se lanzo al agua, sintiendo unos brazos agarrándola antes de que llegara a hundirse del todo, Gwen tenia una sonrisa triste mientras rodeaba el cuello de Dick con sus brazos y le daba un tierno beso.

-Vas a convertirte en una autentica bruja del mar.

-Según los cuentos si….

-No se si me gusta la idea, jugar de esa manera con la naturaleza de los seres vivos.

-Siempre ha habido hechizos de transformación de ese tipo. Pero con el tiempo se han ido prohibiendo por diversas razones-la mayoría era por poderosos hechiceros y brujas que lo usaban con la idea de hacer daño o por los efectos secundarios.

Pero no se iba a dejar asustar. Quería estar con Dick y no solo físicamente, quería compartir el máximo de horas posibles, dormirse y despertarse en sus brazos, saber que era totalmente posible que tuviera sus crías y no una pequeña posibilidad. Necesitaba que ambos fueran lo mismo, aunque fueran alternando.

Ademas estaría bien poder vivir con alguien que no lo dejase todo lleno de pintura cada vez que se frustrara ante lo mínimo. Volvió a besarlo, esta vez mas apasionadamente, deslizando las manos por el torso esculpido en músculos y alguna que otra cicatriz fruto de las luchas de territorio y para protegerse de los depredadores, el mar no perdonaba ni a los suyos.

Soltó un suspiro separándose de aquellos labios cuando sintió las manos de Dick entre sus cuerpos tanteandola por encima del bañador.

-¿Has venido solo para eso?-susurro mientras movía sus caderas contra aquellos dedos.

-No puedo evitar que me invada la curiosidad por la anatomía humana.-dijo contra su oído de tal manera que le produjo un escalofrío a pesar de lo lamentable de la frase.

-Eres un idiota, Richard.-murmuro Gwen entre suspiros.

-Por eso intento remediarlo.-dijo este empezando a bajar la prenda inferior.-Coge aire, mi reina.

Y con solo ese aviso se sumergió inmediatamente, apenas dándole tiempo para hacer aquello. Mientras se hundían Gwen apretó aun mas las caderas contra las de el, y clavo sus rodillas en los laterales de la cola del sireno. Intentando contener los suspiros y gemidos mientras las manos del otro buscaban su entrada y los labios acariciaban cada centímetro de piel de su cuello, no tardo mucho en volver a necesitar aire así que llevo unas de sus manos hasta donde se encontraban las agallas de Dick y las acaricio con el dedo pulgar como tenían por señal para que aquellos labios se posaran sobre los de ella en un profundo beso para darle aire; beso que Gwen aprovecho para explorar la otra boca disfrutando del sabor salado que la invadía.

Gimió contra aquellos labios agarrándose aun mas al cuando dos dedos se introdujeron en su interior explorándola de manera similar a como estaba haciendo ella antes con su lengua. A Dick le encantaba demasiado jugar para su gusto, pero eso no le impidió mover las caderas contra los dígitos y separarse para mirarlo a los ojos aunque fuera un par de minutos hasta que volviera a necesitar oxigeno. Los ojos que eran del mismo azul que la cola ardían con pasión y no se movían de los de ella aun sabiendo que el no tendría problemas para verla perfectamente cuando se sumergieran aun mas, ademas de que el maldito medio pez no estaría dentro de ella hasta que alcanzara el fondo.

Siguió acariciándola, besándola y masturbando la haciéndola gemir hasta cuando le daba oxigeno hasta que alcanzaron el fondo donde Dick la hizo tumbarse mientras flotaba un poco por encima de ella, beso a Gwen otra vez pasandole todo el oxigeno que pudiera y se separo rápidamente de ella para empezar a lamer la piel de su cuello e ir bajando lentamente hasta la parte superior del bikini donde se marcaban obviamente los pezones erectos de deseo, Dick no pudo evitar una sonrisa que parecía digna de un depredador antes de mover la tela exponiendo los pechos directamente al agua salada y morder un de ellos. Gwen tuvo que taparse la boca con una manos mas por retener el aire que para silenciar el gemido que se moría por soltar debido a las sensaciones que aquella lengua producía en sus pezones junto a los dedos en su interior.

Lo necesitaba dentro, a duras penas pudo hacer un esfuerzo para que se girasen y ella quedase encima sentada encima de su cola, sabia que se estaba dejando pero le daba igual. Tomo las muñecas del sireno y las coloco a los do lados se su cabeza en un intento de inmovilizarlo a pesar de que tenia una gran desventaja tanto de fuerza como por el elemento en el que se encontraba. Aun así el brillo de los ojos de Dick indicaban que disfrutaba, Gwen se inclino para besarlo y tomar aire mientras empezó a restregarse con aquella cola que tenia un extraño tacto a la altura en la que se sabia donde se encontraba la abertura, como podía mantener el sireno mantener su miembro dentro aun a sabiendas de que estaba totalmente excitado era un misterio para ella.

No tardo mucho en sentir algo contra ella mientras Dick alzaba las caderas, quizás inconscientemente.

Ya era hora”.pensó Gwen soltando una mano para tomarlo, el tacto y la forma no era nada parecido al de un ser humano. Aquel falo estaba ya recubierto por una especie de sustancia pegajosa, quizás para adherirse mejor durante la penetración y la punta tenia una gorma mas triangular y encorvada.
Se podría decir que soltó un gemido al guiar aquella extremidad a su interior. La sensación de tenerlo dentro era algo a lo que aun no terminaba de acostumbrase, pero no es que fuera algo desagradable. Guió sus manos hasta las agallas del sireno y las acaricio a sabiendas que para ellos aquella era una zona erógena y sacandole un gruñido a Dick el cual empezó a mover sus caderas contra ella a mayor rapidez y con mas profundidad haciendo que Gwen en consecuencia gimiera y gruñera contra aquellos labios.

Cuando quiso darse cuenta volvieron a girar quedando ella debajo para que pudiera penetrarla mas fácilmente y pasear sus manos por cada centímetro de su ser haciéndola estremecer. Gwen lamentaba no poder llamarlo por su nombre una y otra vez para hacerle saber todo el placer que le hacia sentir; por no hablar de las cosas que podía sentir gracias a las cualidades biológicas del sireno, mas de una vez habría podido jurar que sentía como aquel miembro palpitante se movía en su interior y rasgaba sus paredes interiores sobresaltándola ante la delicia de aquellas sensaciones desconocidas.

No tardo mucho en venirse profundizado el beso y comprimiendo su interior apresándolo de tal manera que Dick no tardo en correrse llenado su interior. Se quedaron hay quietos en el fondo sin dejar de besarse para recuperar el aliento por ambas partas y sin que el saliera de ella. Cuando volvieron a la superficie Gwen no podía de dejar de sentir aquellos ojos azules recorriendola mientras se vestía.

-Seria interesante probar de la manera humana.-respondió el cuando le devolvió la mirado con gesto interrogante.

6 dic 2018

Fairy Tales AU



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Beauty and the Beast

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Erase una vez, en una oscura ciudad, un joven heredero que vivía en una resplandeciente mansión.
A pesar de tener todo lo que podía desear, el heredero era egoísta, déspota, y consentido. Pero, una noche de invierno llegó a la mansión una anciana mendiga, y le ofreció una simple rosa a cambio de cobijarse del horrible frío.

Repugnado por su desagradable aspecto, el heredero despreció el regalo y expulsó de allí a la anciana. Pero ella le advirtió que no se dejara engañar por las apariencias, porque la belleza se encuentra en el interior.

Y cuando volvió a rechazarla, la fealdad de la anciana desapareció, dando paso a una bellísima hechicera de melena azabache y unos ojos azules llenos de desprecio. El heredero trató de disculparse, pero era demasiado tarde, pues ella ya había visto que en su corazón no había amor. Y como castigo, lo transformó en una horrible bestia y lanzó un poderoso hechizo sobre el castillo y sobre todos los que allí vivían.
Los días se convirtieron en años, y el heredero junto a su familia fueron olvidados por el mundo, la hechicera había borrado sus recuerdos de la mente de todo el mundo. Sin embargo la rosa que ella le había ofrecido era en realidad una rosa encantada que seguiría fresca hasta que él cumpliera dieciocho años.
Si era capaz de aprender a amar a una mujer y ganarse a cambio su amor antes de que cayera el último pétalo, entonces se desharía el hechizo. Si no, permanecería condenado a seguir siendo una bestia para siempre.
Al pasar los años, comenzó a impacientarse y perdió toda esperanza.

Pues, ¿quién iba a ser capaz de amar a una bestia?


Nadie lo diría, pero aquel era el comienzo de otro día en la ciudad de Gotham a pesar de las nubes y espesa niebla que ocultaba cualquier rastro de luz solar sumiendo a la ciudad en una eterna tonalidad gris con un poco de ayuda de la contaminación. Pero aquello no bastaba para impedir que alguien tan alegre y risueña como Pippa saliera de casa acompañada por su perra Nana para hacer algunos recados para su querida abuela, siempre con cuidado de por donde pasaba.
Su abuela no era en realidad su abuela, si no una amable anciana que la había acogido después de pasar un tiempo viviendo en las calles. Nadie se podría creer que fuera tan feliz con tan poco, pero hasta el frió de las noches en la intemperie era mucho mejor que la falsedad y las malas intenciones de aquellos que decían ser su familia y amigos pero solo podían ver la fortuna de sus padres. El echo de perderlos no hubiera sido tan horrible para su joven mente si hubiera habido tan solo una persona que de verdad se preocupara de ella y no de los ceros de la cuenta bancaria que esperaba a su mayoría de edad; pero a esas alturas apenas se acordaba de aquello seguramente ya habría sido dada por muerta por alguno de aquellos parientes. Tenía a Nana, tenia a su abuela, tenia a Joe y Bones que la saludaban todas las mañanas cuando les traía una bebida caliente y empezaban a intercambiar pequeñas historias.
La única cosa que se podía decir que echaba de menos era el verde que rodeaba la antigua mansión familiar, vivir en la ciudad significaba vivir en los tonos grises y apagados de todo aquel hierro y hormigón. Pero si se esforzaba mucho podía recordar el aspecto y el olor del rosal favorito de su madre.
-Hay un sitio donde puede haber rosas… y no tendrías que preocuparte del dinero.-murmuro Joe un supuesto día de primavera, gris como siempre con el cielo encapotado listo para llover en cualquier momento.- Una antigua mansión abandonada, me la cruce una vez mientras buscaba algo de utilidad. Dudo que quede alguien allí y lo que pude ver de los jardines estaba todo asalvajado.
Pippa asintió pensativa, no era muy entendida a la jardinería pero no creía que algún rosal sobreviviera sin los cuidados necesarios en el clima que vivían. Se lo contó a su abuela aquel mismo día en la hora de la cena.
-Mi querida niña cualquier cosa podría ser posible. Si tu fuiste capaz de sobrevivir varios meses en las calles de una ciudad como esta seguro que habrá alguna rosa en aquel sitio abandonado.
Aquello la lleno de aun mas alegría si pudiera ser, una rosa, al fin podría tener una rosa. El único problema para ella era la incertidumbre de tener que volver a los terrenos que ocupaban todas las mansiones de todas las familias electas de la ciudad, incluso a pesar de la considerable distancia que podía haber entre unas y otras la sola idea de estar cerca de aquellas personas que hicieron su vida miserable le producía sudores fríos. Cuando contó sus temores a sus amigos Joe le prometió que le conseguiría la rosa la próxima vez que fuera allí a conseguir algo que pudiera vender.
Pero Joe no quería hacerla esperar demasiado así que al día siguiente hizo a pie todo el camino hasta el barrio repleto de mansiones, intentando no llamar la atención de aquellos que vivían dentro de ellas y llamasen a la policía. Ya era bien entrada la noche cuando alcanzo aquella mansión abandonada que parecía ser la mas grandes de todas, el anciano vagabundo no pudo evitar preguntarse que habría pasado para que semejante lugar acabase allí.
La niebla lo ocultaba todo a mas de unos metros de su visión cuando Joe atravesó la oxidada verja y se encamino hacia la deslucida mansión que se levantaba a lo alto de una colina. A travesó el deteriorado portón encontrarse con una lúgubre entrada, casi se dio un susto ante unos ojos brillantes que resulto ser una gata; miro al animal sorprendido. No estaba escuálida ni maltrecha ni nada, podría perfectamente ser la mascota de algunas de las familias del barrio que se habría escapado a juzgar por su cuerpo esbelto y su cabello cuidado.
-Espero no haberla asustado señorita.-el animal pareció sonreírle ante tales palabras.-Solo descansare y buscare algo para comer, ademas de un detalle para una querida amiga mía.
La gata se restregó contra sus piernas como dándole la bienvenida para después dirigirse a uno de los portones donde se detuvo se puso a maullar llamándolo. Como si quisiera que lo siguiera, tras vacilar un momento Joe la siguió por la amplia sala hasta otra puerta de la que salia un delicioso aroma que le hizo la boca agua. La gata se coloco con otro espécimen de su especie, un macho con pelaje veteado de gris y mirada ligeramente cansada. Los dos lo observaron como esperando a que ocupara asiento y empezara a comer, en cuanto lo hizo el fuego de la chimenea se encendió como por arte de magia iluminando la estancia.
-Su…supongo que muchas gracias…-murmuro el anciano antes de tomar los cubiertos y empezar a servirse.
Ceno como hacía años que no cenaba disfrutando de aquel festín, cuando estaba sirviéndose un poco de lechón oyó como varios aleteo y pudo captar como unas pequeñas aves se posaban encima de la chimenea. Tres de los pájaros tenían el mismo tamaño pero curiosamente el mas pequeño era aquel que era morado con el pecho negro, al lado de esta pequeña ave estaba uno totalmente rojo, el siguiente era marrón con el pecho rojo sangre y el último era totalmente negro salvo su pecho azul. No era muy experto en aves pero podía asegurar que a pesar de lo difuso de sus pelajes los cuatro eran el mismo tipo de pájaro. Los dos del extremo empezaron a piar bastante alegres como queriendo darle la bienvenida, pero los otros dos se quedaron silenciosos, el que era totalmente rojo torció la cabeza como sintiera curiosidad, el ave marrón ni cantaba ni se movía. Casi parecía que estaba esperando algo.
Joe comió hasta casi provocarle un dolor estomacal por empacho, siendo observado tanto por los dos gatos como el pequeño cuarteto de aves cada vez menos consistente de sus miradas y con los ojos mas pesados por el sueño. No supo como se vio guiado, esta vez por el gato gris, hasta un opulento dormitorio con una cama king size de dosel y sabanas de seda. Nada mas posar su cabeza en la almohada cayo rendido en un sueño reparador que junto al suntuoso desayuno que se encontró a la mañana siguiente le dieron suficientes fuerzas como para revisar alegremente el jardín, sin ser consciente que desde el ventanal del corredor del segundo piso unos enormes ojos verdes lo seguían.
Entonces lo vio, un enorme rosal que inexplicablemente se veía como lo único que era cuidado entre toda la madre selva de aquel enorme terreno de un imposible azul cielo.
Se acerco al rosal maravillado por aquella belleza inusual sin ser consciente de que sus movimientos eran seguidos por aquellos ojos desde la distancian. Pegados a el sin pestañear si quiera a pesar de la distancia, con las pupilas contrayéndose al percatase de cuales eran las intenciones del anciano al alzar una mano en dirección al rosal.
Joe no supo como en un momento se encontró arrancando una de las rosas y al siguiente se vio contra el suelo apresado entre las enormes garras de una criatura que le tapaba la vista de todo con su rojo pelaje, fue un milagro que no se meara encima.
-Robas una de mis preciadas rosas, habiendo podido tomar cualquier cosa de la mansión-dijo con una calmada, pero terrorífica voz.-Algo así solo puede significar tu fin maldito desagradecido.
-Por…por favor, piedad. Era un regalo para una amiga.-suplicó con lágrimas el pobre anciano.-Esa niña nunca pide nada. Y lo único que deseaba era tener una rosa…
La enorme bestia rugió mostrando una hilera de puntiagudos y afilados dientes listos para despedazarlo si aquellas enormes garras no lo descuartizaban antes.
-¿Una amiga?-susurró clavando las rendijas que eran sus pupilas en el.-¿Que clase de amiga tendría un vulgar ladrón como tu?
Normalmente, Joe nunca hablaría de Pippa, pero parecía que solo la terrible presencia de aquella bestia era suficiente para que lo soltara todo. Le explico, en pocas palabras, su relación con la muchacha y la situación de esta. Los ojos de la bestia mostraban un curiosos brillo cuando terminó.
-Veamos si ella te aprecia tanto como dices…-fue lo único que dijo antes de que la oscuridad se cerniera sobre el.

Un golpeteo insistente contra la ventana de Pippa la hizo despertarse de su sueño. La muchacha miro el reloj de su mesilla descubriendo que no eran todavía ni las cinco. Con gran pesar salió de su cama hasta la ventana para ver que demonios pasaba. En el alféizar externo había un pájaro de plumaje azul y negro, con el pico característico de un insectívoro; a sus pies se encontraba una rosa azul con un papel enrollado en ella, quizás para proteger las patitas de la pequeña ave de sus espinas.
-¡Oh pequeñín!-lo llamo sorprendida.-¿Me has traído tu esto?
En respuesta el pájaro empezó a piar y a dar saltitos al rededor de la flor. Curiosa las tomo con cuidado y aparto el papel descubriendo una nota en perfecta caligrafía que Pippa reconoció como característica de los miembros de la alta sociedad de Gotham. La nota decía así:
A la supuesta joven de interés:
Quizás le sorprenda recibir esta carta e incluso puede que la tome como una broma, pero desgraciadamente no es así.
Resulta que la otra noche llego a mi hogar un pordiosero al que decidí darle cobijo y decidió pagarlo con la ingratitud de robar de mi jardín. Este insiste una y otra vez que la rosa que tomo no era más que un regalo para usted que, según el, es lo único que desea en el mundo; así pues tómela, que sepa que le ha costado la libertad a su supuesto amigo.
A no ser que otra persona ocupe su lugar por elección propia, si así lo desea no debe más que decírselo al ave que trajo este mensaje y él la guiara.

Mis cordiales saludos, el joven señor de la casa.
Pippa leyó la carta impactada una y otra vez sin poder creérselo, parecía sacado de un libro. Tenia libre elección, quedarse en casa cómoda con su abuela teniendo aquella rosa como recuerdo o pedirle a aquel pájaro que le indicase el camino y ocupar el lugar de Joe. Aquel que escribiera la carta no la conocía de nada.
Habló con su abuela, explicándole la situación y su decisión al respecto preocupada por lo que le podría pasar a Joe. La anciana escucho todo sorprendida sin casi creérselo, si no fuera porque le mostró la carta junto a la rosa.
-Cariño, decidas lo que decidas estaré orgullosa de ti.
Era todo lo que ella necesitaba oír.
Pippa se prometió a si misma nunca volver a a las afueras de Gotham, donde se encontraban las opulentas mansiones con extensos terrenos donde podrían caber sin problemas el barrio entero donde vivía ella ahora. En aquellos terrenos se encontraban nada mas y nada menos que las familias mas antiguas y prestigiosas de la ciudad. De allí procedía ella, y curiosamente por mucho que buscara en su mente los recuerdos sobre la mansión a la que se dirigía lo único que conseguía era oscuridad.
La mansión se levantaba amplia y majestuosa ante ella a pesar del visible deterioro como queriendo recordar su importancia. El pájaro se adentro en sus confines después de revolotear alrededor de la cabeza de un gato gris; al lado de Pippa, Nana se tenso y gruño hacia el interior.
-Tranquila chica.-intentó calmar a la perra. Intento que se quedara con su abuela, pero el animal había insistido en acompañarla.-Supongo que nuestro azul compañero ha ido a avisar al “señor de la casa”.
Así pues, ambas entraron con el gato gris adelantándolas, para tomar el relevo de guiarlas hacia su destino llevándolas desde las glamurosa entrada hasta una zona subterránea que ha Pippa le sorprendió de que existiera.
Oyó algo a los lejos, como un gemido de terror, Pippa corrió en dirección hacia el sonido viendo una especie de celda y en su interior se encontraba un cuerpo tumbado y encogido; a saber si de frío, temor o dolor.
-¡Joe!-gritó y corrió hacia el, pero su carrera se vio interrumpida.
Un enorme murciélago que había estado descansando mirando en dirección a la celda prendió el vuelo hacia la salida cruzándose con ella obligandola agacharse asustada. La joven no pudo ver como sorprendentemente el gato gris negaba con la cabeza y ponía los ojos en blanco.
-¿Pi… Pippa? ¿Eres tu de verdad?-el anciano se alzo para verla con incredulidad.-¿Que haces aquí? ¡Es peligroso!
-¡No pienso dejarte!-exclamo observando las ojeras y otros signos de cansancio y fatiga en el rostro de su amigo.-¡Oh, Joe, es todo mi culpa!
-De eso nada, niña.
-¡Si que lo es!-gritó frustrada-¡Yo te pedí la rosa, estás aquí por mi culpa!
-Así que era verdad…-murmuró una voz profunda espaldas de Pippa que hizo que Joe se congelara de puro terror.
Vale, aquello era peor que cualquier cosa que podría haberse imaginado y mas siendo como era de una ciudad como Gotham. Estaba claro que aquel “barrio” de mansiones y sus habitantes solo existían para desgraciar a los demás según les convenía, se puso en pie y se giro dispuesta a decirle lo que pensaba a aquel individuo aun a riesgo de su propia vida. Pero lo que vio no era nada que podría haberse ni imaginado ni en sus mas terribles pesadillas.
La criatura que se alzaba ante ella era enorme, no se encontraba totalmente erguida y Pippa apenas le sobrepasaba la cintura. Cubierta enteramente de un pelaje rojo como la sangre, con unos enormes y largos brazos que acababan en unas garras que podrían aplastarla fácilmente, su cabeza acababa en dos puntiagudas orejas tan rectas que a primera vista parecían unos cuernos, ademas del hocico aplanado que apuntaba hacia ella olisqueándola, al principio le parecía que llevaba una capa pero al fijarse mas detenidamente se dio cuenta de que eran en realidad un par de alas plegadas. Pero lo que mas le sorprendió fueron aquellos ojos verdes cual esmeraldas de la criatura, parecían tan humanos…
-¿Vienes a despedirte o a ocupar su lugar?-pregunto la bestia tras clavar sus ojos en los de ella.
-Ve…vengo…-intentó tragar saliva para poder hablar, inspiro hondo y lo soltó todo.-¡Vengo a ocupar su lugar!
-¡PIPPA NO!
La criatura sonrió mostrando unos afilados dientes.

Con el paso de los días Pippa empezó a tomar una rutina en la cochambrosa mansión que hacia que los días pasaran mas rápidos. Se levantaba temprano encontrándose al bajar su desayuno y un plato para Nana ya servido; aunque luego ella misma se dedicaba a fregar, secar y guardar los platos, siempre con la atenta mirada de Alfred, el gato gris, encima suya. Después se dedicaba a repartir el desayuno entre los animales de la mansión empezando por su “supervisor”.
Y aquella mañana como siempre se dedico a ello, tras dar de comer al primer gato tomo dos bolsas y otro plato y se dirigió al subterráneo donde habitaba el enorme murciélago macho junto a una hembra mas pequeña, ademas de la continua compañía nocturna de la gata de ojos verdes que se llamaba Selina y se pasaba las noches jugueteando con el macho mientras la hembra hacia lo que a Pippa le parecía una coreografía aérea. Al llegar abajo se encontró la misma escena que todas las mañanas, Selina durmiendo plácidamente en el punto mas alto posible y el enorme macho durmiendo boca abajo justo encima suya; a Pippa le sabia mal tener que referirse  el solo como “el enorme macho” pero la bestia le había dicho el nombre de todos menos el suyo propio y el de este animal . Con un suspiro dejo el plato de comida para gato en el suelo cerca de donde se encontraba Selina y abrió una de las bolsas que llevaba atrayendo a la pequeña hembra de murciélago que empezó a revolotear encima de su cabeza.
-¿Tienes hambre Cassandra?-la murciélago dio un chillido que tomo como afirmación.-Dame un momento para colgar esto.
Tomo la vara con gancho que descansaba en el suelo y colgó las dos ristras de fruta, primero la más pequeña para Cassandra y luego colgó la mas grande para el macho. Pippa lo observo un rato antes de salir por la puerta que daba al exterior, más concretamente a una linda terraza donde se encontraba el comedero para aves donde vertió el contenido  de la otra bolsa. Una mezcla de insectos frutos y granos, dio un fuerte silbido para avisar a los cuatro pájaros; Dick, el macho azul que la había guiado, y Stephanie, la hembra morada, fueron los primeros en aparecer siempre. Seguidos por los otros dos machos, Jason el de plumaje marrón y Tim el de rojo. A Pippa siempre le preocupaba como este ultimo mas bien planeaba mas que volaba, como si estuviera adormilado; pero la bestia insistía en que no debía preocuparse, que era algo normal en el.
Ya terminada su única tarea, aunque Pippa no sabia si debería referirse a ella como tal ya que era algo que se había auto impuesto y disfrutaba, empezó su paseo matinal con Nana para que su chica hiciera algo de ejercicio por los enormes terrenos. Una actividad que la entretenía hasta poco después del almuerzo, y en cuanto tomara su comida se pondría a estudiar. No sabia como, pero en aquel lugar se habían asegurado de que Pippa pudiera seguir sus estudios aunque fuera online; aunque mucho no le servirían los títulos si se pasaría la vida encerrada allí.
Cuando se encontraban en mitad del paseo de vuelta Nana se detuvo en estado de alerta, con el lomo erizado y empezó a gruñir mostrando los dientes. A Pippa le extrañó aquello pues la perra ya se había acostumbrado a la presencia de la bestia.
-¿Que pasa, Nana?-apenas había terminado su pregunta cuando noto como alguien se colocaba rápidamente a su espalda y colocaba un cuchillo a su espalda.
-Ahora, pequeña, vas a mandar a callar a tu chucho y me vas a llevar a donde se encuentra la bestia, y luego quizás al pajarero.
Aquella voz le erizó los pelos de la nuca, hablaba con autentica crueldad nada que ver con el tono autoritario de la bestia trago saliva nerviosa y asintió.
-Calma Nana…-la perra aún seguía tensa.-Juguemos a la búsqueda del tesoro, ¿de acuerdo chica? Te esperaré aquí hasta que traigas lo que te he escondido.
La perra la miro mientras se calmaba y tras un ladrido como de asentimiento salio corriendo en dirección opuesta a la mansión. Esperaba que aquel viejo truco funcionara y más con todos los cambios que ambas habían vivido desde que la adiestraran para que tomase como “búsqueda del tesoro” como una orden de dar un rodeo para despistar y luego buscar a ayuda. Con suerte pondría en sobre aviso a la bestia.
-Más vale que no sea un truco niña.
-No señor.-mintió descaradamente con lágrimas en los ojos.
-Mas te vale.-Pippa empezó a andar cuando el cuchillo de su garganta fue sustituido por una pistola a su espalda.-Porque si no juro que te matare y luego desollare al chucho.
¿Cómo podía existir alguien tan cruel? Se preguntaba Pippa una y otra vez mientras se acercaban a la mansión. El comedero de aves se encontraba vacío sin rastro alguno de los pájaros, que podrían estar revoloteando tanto en los terrenos como en el interior de la mansión. Interior al que no tardaron en llegar.
¿Qué haría ahora?
Solo veía  la Bestia por las cenas, no sabia que hacia durante el día; su única opción era dirigirse a sus dormitorios a los cuales le había prohibido la entrada desde el primer día. Con el corazón de Pippa bombeaba a mil por hora empezaron a  subir las escaleras. A los pocos segundos de entrar en el pasillo que conducía a los dormitorios sintió como la presión en su espalda desaparecía seguido de un golpe seco  y un profundo gruñido. Pippa se giró temblorosa encontrándose con la bestia inmovilizando al intruso, que era un hombre al parecer mayor debido a su cabello blanco y con un parche ene  ojo, con solo una garra.
-Slade…-fue lo único que se oyó entre los gruñidos-¿Que demonios haces aquí?
-Comprobar los rumores a petición de tu madre…-el hombre sonrió.-Ha sido fácil.
-Entrar, pero no salir.-amenazó la bestia con sus ojos verdes tornándose oscuros.-Largo.
Pippa no necesito oírlo dos veces, salio corriendo y se encerró en su dormitorio donde Nana la esperaba. La niña se metió en la cama con su perra y lloro hasta quedar dormida. Al menos allí dentro no podía oír los gritos que salían desde la zona del subterráneo donde se encontraban las celdas. No se levanto hasta varias horas después, cuando el sol empezaba a ponerse, hambrienta y con el sonido de unas patitas golpeando contra su puerta. Atolondrada y con los ojos rojos abrió la puerta encontrándose una carretilla con un servicio de te y varios sándwiches, Alfred se encontraba sentado al lado de esta tieso y observándola con lo que parecía un gesto preocupado.
-Gra…gracias.-murmuro agradecida al animal el cual inclino su cabeza como diciendo “de nada” y se fue.
Pippa se sorprendía como de todos los animales de la casa fuera el gato gris el que siempre estuviera presente en todo en lo que en la casa de sus padres podría haberse considerado como trabajo del servicio. Selina solo aparecía en contadas ocasiones y nunca a la misma hora ni dos veces en el mismo sitio, los pájaros solían acompañarla por toda la tarde y los dos murciélagos nunca dejaban su guarida.
Tomo los sándwiches y el te pensativa, ahora que se encontraba mas calmada medito un poco los acontecimientos. Aquel hombre parecía conocer a la bestia y viceversa, demás había mencionado una madre. Pippa intento imaginarse una visión algo mas pequeña de la bestia, confiando que esta fuese ya adulto; pero no termino de cuadrarle  que una hembra que tenia la capacidad de volar mandando a un humano. ¿Para que?
El hombre había dicho algo de unos rumores, ¿habían mas criaturas como la bestia que tenían por costumbre comerse a los humanos? ¿Era acaso el hazmerreír por no devorar a Pippa? Ella sabía muy bien lo que era ser dada de lado por aquellas que se suponían familia. Aun estaba pensando en ello cuando estaba sacando el carrito y la sombra de la bestia se cernió sobre ella.
-Veo que Pennyworth te ha traído la cena…-murmuro mirando los platos vacíos.
Pippa se limito a asentir con su cabeza siendo un lió todavía sobre las incógnitas de aquella, cada vez mas extraña, situación.
-Iba a preguntarte si querías tomar un te….-volvió a murmurar evitando su mirada y creando mayor tensión, entre ellos.
-No me importaría otra taza.-respondió ella con un hilo de voz, quizás así conseguiría las respuestas que buscaba
La niña empezó a seguirlo hasta una sala que parecía ser exclusiva para tomar el te a juzgar por el aspecto de esta y el juego que siempre estaba en su punto  en un rincón sin importar el momento del día que fuera.
Pippa decidió tomar la iniciativa y servir la bebida; mas que nada porque, a pesar de haber visto lo grácil que podía ser las enormes garras de la bestia, no dejaba de preocuparse por la precariedad de aquella porcelana china. Cosa que no importo mucho, ya que al girarse se asusto al ver los ojos de la bestia totalmente fijos en ella sin pestañear como si quisiera devorarla, lo que hizo que se le cayera la taza que tenía en sus manos.
La bestia alzo una ceja mientras seguía la trayectoria de la taza hasta dar contra el suelo, la cual se agacho asustada para ver los desperfectos.
-Que mala suerte, se ha desportillado.-murmuro para si mostrando la taza que haba perdido un pequeño trozo en el borde.-Ca…casi no se nota.
-Solo es una taza, Pippa.-dijo como si nada con el atisbo de una sonrisa en los labios.-Toma otra taza y siéntate. Supongo que tendrás preguntas.
Esta asintió nerviosa y preocupada, había visto el carácter de la bestia y aquella amabilidad en parte la extrañaba, asustaba y maravillaba. Tomo otra toza que agarro con fuerza sintiendo el calor casi quemándola en sus manos mientras se sentaba.
-Supongo que tendrás preguntas, Pippa.-dijo la Bestia cuando se sentó.
Pippa asintió sujetando fuertemente la taza con sus dos manos, no sabia por donde empezar. Quizás la mejor opción fuese lo mas obvio.
-¿Por que vino aquí?-apenas se atrevió a levantar la vista de su bebida.
-Para ver esto:-hizo un gesto abarcando la sala como quitándole importancia a pesar de la tensión en su voz.-Es real o solo rumores.
-¿Rumores?
-Las cosas no fueron siempre así, Pippa.-ahora era el turno de la bestia de esquivar la mirada.-La gente no debería recordar como era antes. Pero lo que era antes, no era verdad y los que lo sabían… siguen recordando.
Aquello era aun mas confuso, parecía que la bestia y aquel lugar tenían mas secretos de lo que parecía a simple vista.
-Ese hombre menciono algo de tu madre.-observó Pippa como si nada, no quería presionarlo.
-Ella, ella sabía la verdad así que.. cuando todo cambió no se vio afectada.-a pesar de su fachada de seriedad se lo notaba bastante nervioso por el brillo de sus ojos.
Pippa no hizo mas preguntas, estaba claro que su madre era un tema aun mas delicado que cualquier otro. Incluso el pasado de aquel lugar.

Curiosamente, después de aquel día, la bestia empezó a pasar mas tiempo con ella; quizás para protegerla de otros posibles ataques. Y para su grata sorpresa muchos de los animales que vivían en los alrededores del amplio jardín se acercaban a ellos, cuando lo natural hubiera sido que huyeran de la enorme presencia que la acompañaba. Era como si los animales vieran a un antiguo amigo, los animales de la casa parecían bastante animados también; los pájaros no paraban de cantar en todo el día, a veces a Pippa le parecía que lo hacían en un tono burlón; los gatos diferían más, el macho gris parecía complacido cada vez que los veía y la hembra se podría decir que sonreía juguetona como se se tratara del mismísimo Cheshire.

Una mañana, coincidiendo con el cumpleaños de Pippa esta se despertó con un paquete que descansaba a los pies de su cama. Sorprendida de encontrar algo así, lo abrió maravillándose ante lo que veía, un vestido. No un vestido de gala suntuoso, si no uno simple pero elegante que llegaba hasta la altura de sus rodillas con media manga de color amarillo con unos estampados de tema otoñal y un cinturón rojo. Al lado había una nota escrita en una elegante caligrafía.
Espero que aceptes este obsequio por motivo del día que acontece. Me gustaría que te lo pusieras esta noche, en la cual te esperara un festín como nunca antes.”
No llevaba firma, pero Pippa sabía que aquella nota la había escrito la bestia; se sentía mal por no saber como se llamaba a pesar del tiempo que llevaba viviendo con el. Sobretodo cuando su corazón era invadido por un agradable calor al pensar en el teniendo semejante gesto con ella.
Aquel día transcurrió como siempre, ninguno de los dos hizo mención ni sobre la fecha que era y el regalo que la bestia había dejado. Dieron su paseo matutino, pasando un rato con cada grupo de animales y por la tarde Pippa intento dedicarse a estudiar en la enorme biblioteca como era habitual; pero siempre se encontraba así misma observando el reloj que había al fondo de la estancia cada dos por tres, esperando con impaciencia la hora de la cena. Sabiendo que seria imposible estudiar acabo por volver a su habitación para darse un largo y relajante baño antes de prepararse.
Hacía siglos que no hacía algo así, desde que sus padres murieron, el piso de su abuela solo contaba con una vieja ducha y Pippa no se había permitido hasta entonces semejante lujo. El agua a la temperatura perfecta con una bomba de baño coloreaba el agua como el cielo al amanecer con toques dorados e invadiendo el aire con un dulce aroma a rosas.
La idea era que el baño la relajarse, pero se equivocó ya que salió de la bañera mas nerviosa de lo que entró. Ya fuera dedicó una larga mirada a todos los productos  de belleza e higiene que había en el baño, los mismos que podría encontrar en los tocadores de una buena parte de la población femenina de la alta cuna de Gotham; a veces su nueva vida le parecía una distorsión de lo que podría haber sido de seguir siendo parte de la élite.
Con un suspiro ignoró todos esos artículos de lujo y se centro en lo habitual, ya se había consentido demasiado con el baño. Se peino y maquillo, nada estrafalario pero aun así ligeramente llamativo para una joven que nunca hacia tal cosa; afortunadamente en algún momento la gata se había colado y Selina parecía dispuesta a indicarle las mejores opciones para ella. Bufaba si dirigía las brochas al color o producto equivocado y si se pasaba, y ronroneaba cuando le parecía perfecto.
Cuando termino y se vistió miro su reflejo en el espejo sin poder creerse lo que veía.
-Gracias, Selina.-le dijo a la gata que asintió antes sus palabras.
Abrió la puerta para dirigirse al comedor con la gata adelantándola toda prisa por algún motivo. Cuando llego Alfred esperaba en la entrada como anunciándola,a la otra gata no se la veía por ningún lado y el macho gris se marchó después de que entrase Pippa con las puertas cerrándose tras el.
A pesar de lo enorme de la sala solo dos platos estaban dispuestos, los que se encontraban a cada lado del cabezal de la mesa, frente a frente. Y la bestia la esperaba también, pulcramente vestido con un traje de tonos verdes a juego con sus ojos. Sin decir nada y con una mirada nerviosa la bestia aparto una de las sillas ofreciendola para que se sentara, Pippa aceptó aquel gesto con gusto.
-Espero que te guste lo que hemos preparado.-fue lo primero que dijo tras sentarse.
Pippa observo fascinada como todos sus platos preferidos llenaban el espacio entre ellos. No tardaron en empezar a comer, teniendo una charla que lo abarcaba todo y nada. La muchacha no pudo evitar en pensar cómo hubiera sido aquel día en otra situación. Sus padres hubieran hecho una gran celebración invitando a toda la élite de Gotham y con ello insistiendo en que intimara con alguno de los hijos de aquella familia; su abuela, en cambio, hubiera hecho una pequeña celebración con sus más alegados.
Y a pesar de que los extrañaba a todos con gran pesar, no podía estar mas feliz de la situación en la que se encontraba.
-Dime Pippa,-la bestia la sacó de sus pensamientos.-¿que te gustaría hacer hoy?
Ella meditó unos momentos sin saber si decir en voz alta lo que deseaba.
-Me gustaría bailar, contigo.

Después de lo sucedido en aquella velada Pippa no podía dormir, no dejaba de dar vueltas a la sensaciones que sentía cuando bailo con la bestia. Al final opto por salir de su cama y dar un paseo con la idea de despejarse para poder así conciliar el sueño.
En la oscuridad de la noche la mansión daba una imagen tétrica y escalofriante dignas de una novela de terror, pero tras tantas semanas habitándola aquello no la impresionaba, casi sin pensarlo sus pies la guiaron hasta el camino subterráneo donde comenzó todo. Y como aquella vez había alguien en la celda.
-Vaya, así que la damisela en apuros ha venido.-murmuró el hombre que la asaltado con una sonrisa cansada.-No paraba de preguntarle si tenía lo que hay que tener para mostrarte lo que hizo conmigo.
-¿La… la bestia te encerró aquí?-preguntó Pippa con un nudo en la garganta.
-Así que no te dijo nada…-se incorporó con un gruñido de dolor llevándose una mano a las costillas.-No te ha dicho que me tiene a pan y agua, y que procura que mis heridas no lleguen  sanar.
-No…-aquello no podía ser real.-No, no.
-Oh, si que si pequeña.-el ojo clavado en ella brillo con malicia.-Tu querida bestia lo es tanto por fuera como por dentro. Sera cuestión de días que se aburre y me mate.
-¡No! El nunca…
-¿El nunca haría algo así?-el hombre soltó una carcajada.-Niña, hablamos del monstruo que tenía preso a un sin techo por tomar una flor de su jardín y que solo lo soltó a cambio de que tu, una preciosa joven, te quedaras con el.
Pippa se calló consciente de la verdad de aquello. Sin pensar en como podrían si quiera saberlo.
-Libérame niña.-dijo el hombre con voz neutral.-No querrás mi muerte sobre tu conciencia, ¿o si?
-Me amenazaste, e intentaste matar a la bestia.-dijo Pippa con mas valor del que sentía.-¿Como se que no intentaras algo?
-Te prometo niña, que no sufrirás de mi mano.
Pippa le creyó. Busco las llave que la bestia uso en su momento para liberar a Joe hace tiempo atrás, cuando oyó el click de la cerradura arrastro la pesada verja.
-Gracias niña.-Slade puso una mano en sobre su hombro.-Y ahora se buena y duérmete.
Y antes de poder decir o hacer nada la oscuridad la envolvió. Cuando volvió en si no supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, solo que el aire se sentía más frío que antes; a saber si por su mala conciencia o por las horas pasadas. Se incorporó ignorando la sensación de su cuerpo agarrotado por el tiempo tendida en el suelo para darse prisa en buscar a la bestia e informarle de su enorme metedura de pata.
A medida que iba avanzando veía el destrozo provocado, no era un destrozo grande, pero si algo digno de lo que preocuparse en un lugar tan pulcro . Todos los cajones abiertos y vacíos como si alguien hubiera estado rebuscando algo.
En algún momento de su recorrido oyó un ruido, un débil piar tembloroso y angustiado. Siguió aquel sonido aguantando un grito cuando vio a Stephanie en el suelo con un ala herida, a pesar de que su corazón latía a mil la tomo con delicadeza.
-Es todo por mi culpa.-se lamentó mirando al ave en sus manos. Stephanie la miro como quitándole importancia.
Continuo siguiendo el camino de destrucción y mas adelantes, otros sonidos empezaron a escucharse, estos parecían ruidos de lucha que no auguraban nada bueno y que hacían crecer aun mas su sentimiento de culpa cada vez mas y mas a cada paso que daba.
Encontró a los animales inquietos, observando tensos por la ventana de daba a las alamedas. Los otros pájaros tenía las plumas alborotadas pero no parecían darle importancia, los dos murciélagos tensos descansaban bocabajo en el alféizar de la ventana sin dejar de chillar  y hasta la propia perra de Pippa gruñía con los pelo del lomo erizados como el de los dos gatos que no paraban de bufar.
Y al acercarse vio lo que veían los demás tan en vilo. La bestia estaba luchando sin cuartel contra Slade, que a saber como se había armado hasta los dientes. ¿Era por eso que la mansión estaba hecha un desastre? ¿Slade había desvalijado todo en busca de armas? No quería mirar aquella escena ni pensar siquiera en cómo es que había semejante cosas en una mansión alejada de todo.
Pero tenía que hacer algo para acabar con aquella locura.
-¡SLADE!-grito Pippa con todas sus fuerzas con mas valor del que se creía posible-¡Dijiste que no me harías daño!
Aquello detuvo la pelea y todos los ojos se fijaron en Pippa, los de la bestia parecían tan sorprendidos como dolidos, al lado suyo la muchacha oyó a uno de los gatos bufando en su dirección pero lo ignoro.
-¡He mantenido mi promesa, niña!
-¡Mentira!-alzo sus manos mostrando a Stephanie.-¡Has hecho daño a alguien de esta casa como planeas dañar a la bestia! ¡SI HACES DAÑO A QUIENES QUIERO ME LO HACES A MI!
-Niña estúpida…-fue lo único que alcanzo a decir el hombre antes de que la bestia lo aplacara derribándole.
-¡No lo mates!
-Debería hacerlo…-murmuró la bestia.
-¡Ha sido todo culpa mía!-exclamó Pippa con lagrimas en los ojos.-Me engaño, se aprovechó de que no me gusta ver a nadie sufrir, por mi culpa Steph….
Volvió a bajar la vista hacia la pequeña ave, cuando quiso darse cuenta un vapuleado Slade cayó a sus pies.
-Entonces vete y llévatelo contigo.-dijo la bestia entrando y sin mirarla.-Con suerte a lo mejor esta escoria acaba en Arkham.
Pippa se giro para observarle si creer lo que acababa de oír, obviamente no la perdonaría jamas por lo que había ocurrido. Intento decir algo, pero antes de que pudiera separar los labios otro horrible sonido se oyó a sus espaldas.
Selina yacía en el suelo con un cuchillo en su costado.
-Esa maldita gata…-murmuró Slade.-No tenía que haberse puesto en medio, pero siempre ha sido demasiado rápida.
-No, no. Selina.-murmuró Pippa al borde del llanto.
Todos los animales y la bestia se volvieron a lanzar contra Slade, esta vez sin vacilar. Era todo un amasijo de garras dientes  y gruñidos. Pippa no prestaba atención a aquella lucha que se cernía tan cerca suya, dejó a Stephanie a un lado, que miraba preocupada a la gata mientras se quitaba la bata e intentaba a detener la hemorragia alrededor del cuchillo que no se atrevía a mover.
Y entonces otro horrible sonido. Un disparo, seguido de un gruñido de agonía  y el chillido de dolor más horrible que Pippa oiría nunca procedente de un animal. Slade había disparado a la bestia justo en el corazón.
-¡MONSTRUO!-gritó con todas sus fuerzas.
Slade empezó a carcajearse, arma en mano, sin ver  como el segundo gato se abalanzaba hacia el haciéndolo tropezar con Nana que había estado esperando a sus espaldas, como si lo hubiera planeado todo con el felino. Precipitando la caída de Slade por las almenas.
Todo pasó demasiado rápido, Pippa solo tenia un pensamiento mientras se volvía a incorporar hacia la bestia con intención de asistirle como estaba haciendo con la gata.
Que no se muera por favor, que no se muera. No perderé a alguien mas a quien amo
Apenas había podido acercarse cuando un extraño halo de luz empezó a cubrir el cuerpo de la bestia, el brillo se fue intensificando hasta ser casi cegador, pero Pippa no podía apartar la vista de aquello y de la misma manera aquella extraña y cálida luz fue debilitándose hasta apagarse del todo. Y donde debía de estar la bestia había un chico. Un chico que parecía tener su misma edad mas o menos.
-Ese maldito de Slade…-gruño con una voz que Pippa conocía muy bien.
El chico se llevo una mano hacía su pecho, donde debería estar la herida de la bestia pero cuando vio las manos en lugar de garras abrió sorprendido sus ojos verdes esmeralda.
-Osea, que tenías que estar a las puertas de la muerte para que Pipa se diera cuenta de sus sentimientos.-dijo una voz a sus espaldas.
Ambos se giraron hasta la nueva voz, dentro de la sala habían dos mujeres. Una joven y rubia vestida de morado que fue la que hablo y movía uno de sus brazos con una sonrisa en los brazos, la otra era una adulta hermosa de pelo corto y oscuro que se encontraba sentada examinando el cuchillo ensangrentado con los ojos verdes y brillantes.
-¿En serio, los heridos primero?-exclamó otra voz grave desde las almenas haciendo volverse a girar.
Cinco varones, tres jóvenes, un adulto que se parecía bastante al chico pero con ojos azules y un anciano vestido de mayordomo junto a una joven de rasgos asiáticos y cabello corto se encontraban junto a Nana, la perra los miraba con enorme gesto de sorpresa a todos. La chica junto al mas joven de los varones se apresuraron a correr para abrazar a la rubia que chillo de alegría al estar los tres fundidos en un abrazo, el hombre parecido al chico que fue la bestia los siguió muy de cerca pero para agacharse y tomar con delicadeza el rosto de la mujer que sonreía burlona antes de besarla.
-Ejem.-carraspeo el anciano ganándose la atención de todos.-Creo que deberíamos inspeccionar las heridas de la señora y de la señorita Brown. Y el maestro Richard y el maestro Jason podrían ir a inspeccionar el estado de Slade.
-¡Tienes razón Alfred!-el joven más risueño de todos, vestido de azul se apresuro a agarrar el brazo del otro que era mas alto que el  para arrastrarlo fuera.-¡Hasta luego, Damian! ¡Y gracias Pippa!
Poco a poco todos los demás se fueron, incluida la perra, dejándola Pippa sola con el chico sin que supiera que pasaba. ¿Dónde estaban los animales? ¿Quienes eran esas personas?
-Como sigas con la boca abierta te entraran moscas, Pippa.-dijo el muchacho incorporándose.
-Tu… tu…-la señalaba incapaz de articular palabra.
-¿No me reconoces?-pregunto en un tono molesto e inconfundible.
-La… ¿la bestia?
Sonriendo de manera traviesa se agacho lo suficiente para sus ojos estuvieran a la misma altura que los de ella.
-Ahora vuelvo a ser Damian Wayne, y todo gracias a ti-su mirada se enterneció y un leve sonrojo apareció en sus mejillas.-Rompiste la maldición Pippa
-¿Que?-Damian soltó un suspiro agotador.
-Sera mejor que te lo explique mientras tomamos un té.
Y sin decir nada mas la tomo de la mano y se adentraron dentro.